PabloAQUÉL SANDINO QUE CONMOVIÓ AL JOVEN LIBERAL QUE ERA ENTONCES MI PADRE
En 1934, luego del asesinato del general Augusto C. Sandino, mi padre le dedicó un escrito hasta hoy inédito y que tal vez sea el primer poema que tras su muerte le fue dedicado al héroe segoviano. Me atrevo a publicar fragmentos de este texto como un referente de la repercusión que tuvo la gesta de Sandino a nivel nacional, cuando también cundía un inmenso clamor de apoyo en el ámbito internacional donde, con Henry Barbusse a la cabeza en Francia y la poeta Gabriela Mistral en Argentina, se instaba incansablemente a la solidaridad con la causa del General de Hombres Libres.
A partir de los años 50, después de la edición de “Canto general” de Pablo Neruda en cuyas páginas se canta la gesta de Sandino, numerosas publicaciones han abordado el mismo tema. De invaluable aporte para saber sobre la vida, los motivos y la lucha del patriota insurrecto han sido las dos obras escritas por Gregorio Selser: “Sandino. General de hombres libres” y “El pequeño ejército loco”. Igualmente señero es el poema “Hora 0” de Ernesto Cardenal.
En ese entonces Sandino era visto y sentido como un ciudadano íntegro y digno, como un patriota y humanista libertario. No le pertenecía a ningún partido. No aspiró a cargo público alguno ni para enriquecerse; y hacer fraude, menos. Sencillamente, para todos era/fue y seguirá siendo un militante de hombres libres, porque defendía la causa de los oprimidos.
SANDINO (fragmentos)
(…) Era el músculo fuerte de nervios de obsidiana
levantando su maza contra el conquistador.
Era el loco que tuvo pulmones de campana
para gritar al mundo todo nuestro dolor.
Era el puma bravío siete años per los montes,
defendiendo sus fueros, era Nicaraguán.
Mientras de los aviones, por nuestros horizontes
vomitaba impotente su rabia el Tío Sam.
Encarnada en el héroe luchó toda la raza
del indio Nequecheri con la ayuda de Dios.
Fue nervio y voluntad. El golpe de su maza
la dormida conciencia del mundo despertó.
Hubo un florecimiento de luz en nuestra América
y todos los espíritus se bañaron de sol,
pues del vientre fecundo de la raza indo-ibérica
surgía como un astro nuestro Libertador.
(…) Entonces era grande nuestra patria. Tenía
su Atlas cuyos hombros supieron soportar
todo el mundo de odios de la piratería
que avanzaba envolvente como una tempestad.
(…) Es codicioso el yanqui, sus enormes tentáculos
sujetan continentes, su ley es la ambición,
tal vez dentro de poco nos dará el espectáculo
de enviar sus cazadores a la celeste Orión.
(…) Envió a sus legionarios pero el empuje rudo
chocó contra algo enorme quo le impidió avanzar,
y fue que con amor de leona se hizo escudo
la selva, madre amante de toda libertad.
Entonces fue el asombro del ave de rapiña
al ver a la paloma con garras en los pies
y con alas de águila hechas pare la riña
con la santa consigna de morir o vencer.
Y cuando todo esfuerzo contra el valor no pudo
del héroe sublime que fue una voluntad,
cuando un índice enorme, acusador y mudo,
fantástico y supremo se alzó en la inmensidad,
y señaló el delito atroz de los protervos
para que de ello diera fe la humanidad,
huyeron los aviones cual tumultuosos cuervos
sin la presa que fácil creyeron devorar.
Pero una noche triste, fatal para el destino
de una raza que el yugo presintió sacudir
los yanquis y el tirano mataron a Sandino
ennegreciendo el cielo de nuestra porvenir.
Sin contar con la historia segaron una vida
que fue nuestro atalaya, nuestro bastión mejor,
vida que fue bandera gallarda y atrevida
en la que sólo supo arrecostarse el sol.
-Septiembre de 1934
JULIO CENTENO SANTOS
