Luis FelipeSomoza García y el poeta
El 21 de septiembre de 1956 resulta mortalmente herido en León, en un atentado con balas envenenadas, el presidente de la República de Nicaragua, Anastasio Somoza García, que murió ocho días después en Panamá.
El entonces gobernante asistía a una fiesta en el Club de Artesanos de la ciudad de León, 90 kilómetros al noroeste de Managua, para promover su tercera reelección presidencial, cuando el poeta Rigoberto López Pérez, de 27 años, un poeta de filiación liberal, puso fin a su vida.
Malherido, fue trasladado al Hospital Gorgas, en la antigua Zona del Canal de Panamá, administrada por EEUU, en un avión enviado por el presidente estadounidense, Dwight D. Eisenhower, pero murió el 29 de septiembre de 1956.
Somoza García fue el clásico caudillo latinoamericano que gobernó este país desde que a mediados de la década de los años 30 del siglo pasado destituyera al presidente electo, Juan B. Sacasa, en medio de una nación dividida por una guerra civil y una intervención militar estadounidense.
El dictador fue un anticomunista que con una mano de hierro y la otra con habilidad se aferró al poder de 1937 a 1956, y con absoluto poder político y militar ejerció fuerte represión contra sus opositores, y favoreció la política estadounidense en Nicaragua.
"El era un dictador capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder", me dijo en una entrevista antes de morir el analista político y escritor Emilio Alvarez Montalván.
Sus críticos lo responsabilizan por el asesinato del "general de hombres libres", Augusto C. Sandino, en 1934, un líder nacionalista que encabezó un ejército irregular que luchó contra la ocupación de las tropas estadounidenses.
Tras la muerte de Sandino, Somoza García se hizo de un absoluto poder político y militar que permitió sustituir al presidente electo y asesinado Juan Bautista Sacasa.
Reformó la Constitución para reelegirse en la presidencia, se alió con EEUU que apoyó su régimen, y otorgó cuotas de poder a la oposición tradicional conservadora.
"Somoza García, si es verdad que fue un dictador, también tuvo sus aciertos", valoró Alvarez Montalván, autor del libro "La Cultura Política Nicaragüense".
Durante su gestión se construyeron edificios públicos, la Carretera Panamericana, se impulsó la economía y surgió una pujante clase media.
Además, se fundaron los primeros bancos comerciales, se aprobó el seguro social, el código laboral y se promovió el voto femenino.
Pese a esa estabilidad, creó una "democracia imperfecta" que fomentó el abuso y la corrupción.
Somoza García llegó a amasar una inmensa fortuna para sí mismo y sus familiares de manera ilegal, controlando buena parte de las tierras cultivables de Nicaragua y negocios comerciales.
Su gobierno fue represivo y corrupto, pero agradaba a EEUU por su carácter anticomunista y, como afirma Alvarez Montalván, Washington "hacía la vista gorda con las reelecciones de Somoza García".
Se cuenta que el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt dijo de él: "Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta".
Tras el atentado contra Somoza García, Rigoberto López Pérez fue acribillado a tiros por la seguridad del gobernante.
López Pérez fue declarado en 1981, durante el primer Gobierno sandinista, héroe nacional.
Los sandinistas erigieron un monumento en su honor y su líder, el actual presidente Daniel Ortega, que lleva 12 años en el poder tras coordinar una Junta de Gobierno de 1979 a 1984 y gobernar el país de 1985 a 1990, cuando se colocó la primera piedra, justificó esa obra a López Pérez por "haber ajusticiado a Somoza García" y porque "marcó el principio del fin de la dictadura somocista".
